ANOMALÍA EN LA TEMPERATURA.
Según las agencia meteorologicas, una anomalía climática se puede definir como la desviación del valor de un elemento del clima respecto a su valor normal o valor de referencia, o también como la diferencia entre el valor de un elemento climático en un lugar determinado y el valor medio de dicho elemento promediado sobre el paralelo (círculo de latitud) de ese lugar.
Cuando se habla de temperatura, se refiere a la diferencia entre la temperatura observada ese año y una temperatura de referencia. Por tanto una anomalía positiva indica que la temperatura observada es más caliente que el valor de referencia, mientras que una anomalía negativa indica que la temperatura observada es más fría que el valor de referencia.
En Sudamérica podemos decir que en estos últimos cuatro años hemos dado con temperaturas récord en México, temperaturas récord en Uruguay y Argentina, temporada de huracanes más activa en el Atlántico.
A nivel global el 2017 fue el tercer año más cálido desde los comienzos de los registros en 1880.
RIESGOS OCASIONADOS POR ANOMALÍAS EN LA TEMPERATURA
La región de América Latina y el Caribe es altamente heterogénea. Esta zona es extremadamente susceptible a los ciclones tropicales y a los fenómenos exacerbados de El Niño, así como al aumento de los niveles del mar, el derretimiento de los glaciares andinos, el aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de las precipitaciones.
La población pobre de las zonas rurales que depende de una base de recursos naturales es particularmente vulnerable a los impactos del clima sobre la agricultura de subsistencia y los servicios ecosistémicos.
Las poblaciones pobres de las zonas urbanas que viven en costas, llanuras aluviales y pendientes pronunciadas son especialmente vulnerables a los fenómenos de precipitaciones extremas y a los impactos de las olas de calor sobre la salud.
Los sistemas agrícolas de producción intensiva de granos en el sector sur de la región se alimentan, principalmente, de las lluvias y, como resultado, son susceptibles a las variaciones de las precipitaciones y la temperatura.
En las regiones andinas, las viviendas construidas sobre los terrenos pronunciados quedan expuestas de manera crítica a flujos superficiales de tormentas, inundaciones por el deshielo de glaciares y desprendimientos de tierra.
Los residentes de zonas costeras, en especial de la región del Caribe, enfrentan riesgos de perder los servicios ecosistémicos y los medios de subsistencia debido a la degradación de los ecosistemas marinos, de perder refugios físicos a causa de la degradación de arrecifes, las inundaciones costeras, los daños de infraestructuras en estado crítico), y amenazas para el agua dulce provenientes de la intrusión salina a causa del aumento en el nivel del mar.